23 de Octubre 2013.- Este alcalde negó ingreso a la cárcel a hambrientos indígenas por no darles alimento. Comerciantes del mercado municipal de Ruiz no podían dar crédito a lo que estaban viendo, ya que luego de que un par de hambrientos indígenas saciaran su apetito en un negocio de fronda conocido como “La Burra”, de plano declararon que no traían un solo centavo para pagar el servicio, por lo que la encargada del lugar habló al policía “de punto” en este lugar, pidiéndole los llevara a la dirección de seguridad pública para que los obligara a realizar algunas labores al municipio para que este le pagara el equivalente a lo que estos hambrientos sujetos habían consumido.

       El policía en mención pidió refuerzos e indicaciones a sus superiores, los que luego de indicarle que revisara las pertenencias de los miserables indígenas para ver si traían encima algo de valor que les pudieran decomisar por lo consumido en comida y que resultara negativo, ya que los urgidos individuos habían cometido este delito precisamente por no tener un solo centavo, se les ordenó se les dejara en inmediata libertad, ya que el señor y burro presidente Librado Casas Ledezma no iba a dar alimentación y hospedaje en la cárcel por un par de días a dos sujetos hambrientos.

      En la actualidad el gobierno federal, del estado y hasta El Burrito Librado, hacen declaraciones en el sentido de que se atiende a las personas que se encuentran en pobreza alimentaria, pero este caso los desmiente totalmente, ya que en el mismo mercado municipal ruicense los locatarios señalan que les llegan ahí gente muriéndose de hambre, los que luego de consumir algunos alimentos les hacen saber que no tienen dinero, pues en este lugar no hay empleo y el propio alcalde se dio el lujo de correr a más de cien empleados municipales, lo que trajo mayor miseria a la población.

     El par de indígenas hambrientos pensaron que iban a tener un par de días de descanso en la cárcel del Burro Librado, donde se les debe proporcionar desayuno y comida y ya recuperados de su forzado ayuno, regresar a pie a su serrana comunidad, pero no contaban con la extremada avaricia del alcalde ruicense, el que suele no dar agua ni siquiera al gallo de la pasión de Cristo. (Nota de H. P.).