Oficialmente, fue este pasado 22 de agosto del 2017 cuando el DIARIO CORREO DEL PACIFICO cumplió el 42 Aniversario de su fundación, lo que hizo venir a nuestra mente nuestros inicios, cuando trabajando en “Prensa Libre”, en Tepic, dije a mi patrón Brígido Ramírez Guillén, que estaría como linotipista, formador y en la redacción, hasta los primeras semanas de agosto, esto allá en 1975, porque me iría a Ruiz a poner un periódico, ya que en Tuxpan contaba con dos admirados maestros y grandes amigos, como eran Teodora Araiza Barrón y Juan Galaviz Fernández, con los que trabajé en los talleres en los que editaban sus semanarios “El Heraldo de Tuxpan” y “El Baluarte”, y era tanto mi admiración hacia ambos, que ni por un momento llegué a pensar en que sería su contrincante en este oficio.
Recuerdo que hubo incredibilidad en mi patrón Brígido y mis compañeros y mejores amigos Francisco “Pancho” Angulo, Emilio “El Nene” Valdés, “El Guacho” Arturo Zúñiga, Rogelio Zúñiga Escobedo, Oscar González Bonilla “El Chivo” Naya y otros personajes con los que me codeaba en esos entonces, los que escucharon mi proyecto sin dar mayor importancia al asunto, pues dudaban de mi perseverancia.
En Ruiz llegué con una máquina “Chandler”, tipos movibles, un par de componedores y renté una casa por la calle Laureles y Góngora entre avenida México y Veracruz, contando con el incondicional apoyo de mis padres Gabriel Flores Flores “El Gabacho” y Ramona Mejía, quienes de inmediato me trajeron alimentos, mucho amor y todo lo que requería.
La primera edición se elaboró con tipo movible de 12 puntos, letras de 18 a 72 puntos para cabecear noticias y madera que adquirí en una maderería local, además de haber tenido la enorme satisfacción de ver entrar a mi improvisado taller a Ernesto Moreno Sánchez, de El Venado, quien me dijo que trabajaría a mi lado como colaborador en mi proyecto.
Desde un principio CORREO DEL PACIFICO contó con la incorporación de mi hermano Antonio Flores Mejía, ya que la empresa nació totalmente familiar, pero casi de inmediato se dieron las incorporaciones de otros capaces reporteros y articulistas, recordando por eso junto con Ernesto, ya fallecido, a otros grandes colaboradores desaparecidos físicamente, como son el profesor Gregorio Estrada Pérez, Esaú Amezcua Castillo, Eduardo Cota Gallardo (hermano por parte de padre del Senador Manuel Cota Jiménez), Gabriel Jaramillo, Dr. Pedro López Díaz, Emigdio Hernández “Millo”, Cecilio “Chilo” Cervantes Testa, así como de mis amigos que gozan de cabal salud en la actualidad, Pancho Angulo y la inquieta jovencita, en aquellos tiempos, Silvia Monreal Pérez.
Luego de las primeras ediciones y ante la gran aceptación de las familias de Ruiz, Tuxpan y Rosamorada, se incorporaron a los talleres los Hermanos José, Roberto y Candelario, los primeros Padilla Guzmán y el tercero Montoya Guzmán, así como mis grandes amigos tepicense “El Gori” Gutiérrez y su hermano Manuel, mi gran amigo ya desaparecido Lupe “El Diablo” Salas, el maestro linotipista Juan “Pitagú”, Luis Alberto Espericueta “El Canini”, “El Huichol” Caro, Nachito Núñez, Arturo Guzmán y mis primos hermanos Manuel “El Compadre” y Víctor Ramos Mejía, este último fallecido a temprana edad, así como otro pariente, Marcos Carrillo Mejía.
El ideal que nos hacía trabajar duro en esta incipiente y modesta empresa, era el de contribuir en la población para lograr concientizarla de la urgencia del cambio de sistema político, ya que somos gente apasionada del socialismo, pues consideramos que los mexicanos debemos ser gobernados por la clase trabajadora y no por burgueses empresarios.
En el transcurso de estos 42 años hemos visto desaparecer a muchos de nuestros amigos y colaboradores, los que están en presentes en sus comentarios en este modesto medio de comunicación, doliéndonos en el alma el que hayan partido incluso personas sumamente jóvenes, las que niños nos ayudaban a vender al público este periódico, como es el caso de nuestro hermanos Salvador Flores Mejía, “El Pollito” de Pueblo Nuevo y recientemente un conserje de apellido Valdivia, y muy pequeño, a nuestro voceador Panchito Villa.
Al voltear con estos recueros al pasado, me doy cuenta que, por lo pronto, ya no soy el joven impetuoso de 27 años que comenzó este proyecto, pues acabo de cumplir los 69 años de edad.