DEL EDITOR: URGE YA LA PAZ

      En estos últimos días, no se puede negar, se han registrado eventos muy violentos en diferentes estados de la República, registrándose de paso crimines abominables, como es el rematar de un balazo en la cabeza a un niño de solo unos cuantos años de edad.

Como ha sucedido desde que se decretara la absurda guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, las autoridades, totalmente incompetentes, salen con la cantaleta que se trata de enfrentamientos entre bandas rivales que luchan por el control de los territorios en los que han sentado sus reales, y al final, se da total impunidad a los criminales.

A la fecha, suman cientos de miles los mexicanos que han perdido la vida al ser abatidos por las balas de los criminales, existiendo una cantidad exagerada de personas que no han sido localizados y que se tiene la certeza, están bajo tierra en fosas clandestinas, y de otras tantas ya localizadas, se han rescatado miles de cuerpos desmembrados.

Esta era de terror debe ya terminar, los mexicanos votamos en contra de los partidos tradicionales precisamente por esa razón, pues hay la esperanza que el Presidente Andrés Manuel López Obrador nos regrese la paz y la tranquilidad a lo largo y ancho del país.

Sabemos que la tarea no es fácil y por esa razón se la confiamos al licenciado López Obrador, quien ha mostrado carácter y ha enfrentado en muchas ocasiones la adversidad, habiendo plena confianza e3n que finalmente logrará regresarnos la tranquilidad a todos los mexicanos.

La pregunta obligada es, ¿hasta cuando?, pues la sociedad en su conjunto está mostrando ya mucho cansancio, reflejándose esta situación en más violencia y anarquía, linchamientos y justicia por propia mano, situación peligrosa que nos pone a los mexicanos muy cerca de un estallido social.

Y es que aparte del miedo que nos invade, muchos ciudadanos vivimos con mucho coraje, odio y gran malestar al saber cómo se sacrifica a muchos de nuestros amigos, conocidos y paisanos y que jamás se les haga justicia, y aunque se culpa de toda esta crisis a la corrupción que aún impera en el sistema de gobierno que padecemos en México, la verdad es que no se hace nada por acabar con los corruptos y mucho menos con los delincuentes que asolan hasta los más apartados pueblos de la geografía nacional.

Es una aberración, por ejemplo, que en el caso de ser víctimas de un delito, haya personas que acudan con el personaje que tiene a su cargo “la plaza” de su municipio y que sea un peligroso delincuente quien le resuelva el problema, por lo que la autoridad, desde el ministerio público hasta la policía local, solo están de adorno y en ocasiones, estos funcionarios que deben procurar el que se nos haga justicia, sean más nefasto que quien está al frente de una banda de delincuentes.

Esta situación se debe terminar, urge ya la pacificación del país antes que nos alcance más el odio y la desesperación y entonces si, como amenazaba el propio Presidente de la República, “se suelte el tigre” y entonces ya veremos quién es capaz de detenerlo.

Y es que por ahora tenemos todas las esperanzas puestas en la estrategia de pacificación que ha implementado el nuevo gobierno, el que intervenga ya la cacareada guardia nacional, que se ataque la corrupción de raíz deteniendo a la totalidad de los ex funcionarios y los actuales representantes del gobierno que estén coludidos con la delincuencia organizada, que se incauten bienes, que se llegue hasta las últimas consecuencias para lograr la ansiada y anhelada paz social.

En este tránsito, lo que se debe parar ya son las ejecuciones y para esto es necesario que las autoridades detengan a los criminales, que les encarcele y si oponen resistencia, se atengan a las consecuencias.

Los delincuentes actúan ya a plena luz del día, por lo que es sumamente fácil ir por ellos a la esquina de muchas colonias y en todas las poblaciones del país; se debe manejar mano dura, que no haya impunidad y menos amnistía para quienes no han querido dejar de delinquir y asesinar a sus semejante, por lo que ahora son un peligro latente para la sociedad en general y por lo mismo deben, mínimo, estar a buen resguardo dentro de una hermética celda.

 

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