Un 22 de agosto de 1975 iniciamos en Ruiz la elaboración de CORREO DEL PACIFICO, el que en esos entonces comenzó como semanario y tenía como principal objetivo el que se distribuyera en la ciudad de Tuxpan, de donde somos originarios los integrantes de la familia Flores Mejía.
Ese año, Nayarit vivía una etapa política muy especial, ya que tres años antes, el poderoso PRI había sido derrotado en los municipios de Tepic y Tuxpan, estando en la capital del estado un verdadero ídolo de la sociedad nayarita, como fue Alejandro Gascón Mercado, quien pidió licencia como alcalde para contender por el gobernó estatal.
Alejandro era, en ese momento en Nayarit, lo que ahora es para todo el país el Presidente Andrés Manuel López Obrador, razón por la cual muchos nayaritas nos entusiasmamos y luchamos al lado de este personaje con la intención de acabar, en nuestra entidad con el monopolio político priista, sabiendo todo mundo el resto de la historia, ya que se desconoció el triunfo de nuestro pueblo y se impusieron gobernantes, tanto en el estado como en los municipios.
Ese arranque del periódico CORREO DEL PACIFICO, fue sumamente exitoso, ya que en poco tiempo estábamos como DIARIO, cubriendo todo el norte de Nayarit y sur de Sinaloa, donde contábamos con el apoyo de nuestro amigo Gabriel Jaramillo “El Niño”, quien cargaba la edición en Ruiz y se movía rápidamente por Acaponeta, Tecuala, Escuinapa, Rosario y Mazatlán.
En ese entonces, tenímos la dicha de tener, además de este enorme éxito, el apoyo de nuestros padres, Gabriel Flores Flores “El Gabacho” y Ramona Mejía Tapia, los que hoy están juntos en la eternidad y a los que por siempre les vamos a vivir agradecidos por darnos la vida y además, entregarse a este proyecto de su inquieto hijo Arturo, al que en un momento de desesperación metieron a trabajar a una imprenta en la que encontró su verdadera vocación.
Iniciamos labores periodísticas ayudando en la elaboración de “El Turista”, un semanario que editaba en Tuxpan Salvador Chávez Mena “El Güero Bañado”, y de ahí, nos fuimos a “El Heraldo”, donde al trascribir en el componedor y letra de molde los trabajos de Teodoro Araiza Barrón, nos inspiramos en la redacción, yendo después a trabajar con Don Juan Galaviz Fernández, a “El Baluarte” y nos admiramos después de la capacidad de Francisco González Patrón “El Medio Pollo”, el que pese a su discapacidad, era persona sumamente inquieta.
De los 15 a los 25 años, quien esto escribe se nutrió de los conocimientos de quienes fueron sus patrones en los talleres de los periódicos en los que trabajó, por eso siempre admiramos a Don Manuel Narváez Avalos, con quien trabajamos en Santiago y posteriormente, a varios jóvenes inquietos que iniciaron en Tepic la publicación de un periódico totalmente diferente, con el que de inmediato me identifiqué, siendo éste DIARIO DEL PACIFICO, en el que tuve la dicha de conocer a Francisco Cruz Angulo, quien me puso a escribir comentarios al ver mi inquietud como redactor.
Considero que fue determinante en mi formación mi gran amigo y maestro Brígido Ramírez Guillén, quien en el Diario “Prensa Libre”, me dio la oportunidad de ser su jefe de redacción, formador y linotipista, lo que fue como mi graduación y al poco tiempo me sentí con los conocimiento9s suficientes para comenzar esta aventura que ya dura 44 años, toda una vida, en la que han estado cercanos cientos de niños de esa década que hoy veo con más de 50 años, sintiéndome orgulloso cuando me dicen que ellos vendieron “El Correo” y eran despachados por mi madre Ramona Mejía, su esposo “El Gabacho” y mi hermano menor y colaborador permanente de esta empresa, Antonio Flores.
Considero una verdadera fortuna el que me haya encontrado en la vida con esta actividad, aunque en estos 44 años he tenido enormes pérdidas, como la de mis padres y mi hermano Salvador, quien de niño, junto con Mario, el menor de la dinastía Flores Mejía, salía a vender este periódico a las calles de la ciudad de Tuxpan, donde se escuchaba, como en Ruiz, el pregonar de: “Vea las interesantes noticias que le trae el periódico Correo del Pacífico”, esperando que cuando ya no esté físicamente en este mundo, mis hijos sigan esta labor en la que no les garantizo dinero, pero si la enorme satisfacción de servir de manera totalmente desinteresada, a la sociedad.