DEL EDITOR: MÉXICO NO CAMBIA CON BUENAS INTENCIONES.

      Hace un año y dos meses que los mexicanos acudimos a votar a las urnas y lo hicimos por un cambio, pues la mayoría dejó de apoyar a los partidos tradicionales, como eran el PRI, PAN y PRD, dando total respaldo a MORENA, quien arrasó y por lo mimo ahora está en Palacio Nacional y con mayoría en ambas Cámaras.

       Los mexicanos repudiamos la corrupción, abusos de poder, violencia y la injusticia, ya que esto nos hundió como país en la miseria, el terror y acabó con la armonía que privaba en las familias, mismas que de pronto se vieron desintegradas y con grandes problemas para subsistir.

      La tabla de salvación en ese proceso electoral eran las promesas que nos hizo el entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, quien aseguraba que iba a acabar con la corrupción, meter a la cárcel a los gobernantes que se han robado el dinero del pueblo, terminar con la era de terror que provocan las bandas de criminales y delincuentes que están apoderados de la mayoría del territorio nacional y de paso, hacer justicia a los mexicanos más pobres.

       El primer año de este gobierno se cumple el 1 de Diciembre, y hay que reconocer que se han dado beneficios a los más pobres, ya que ahora los adulos mayores reciben el doble del apoyo que antes recibían, se tiene sueldo a jóvenes becarios que están de aprendices en muchos negocios, se dan préstamos económicos a decenas de miles de ciudadanos, pero los problemas graves que hemos padecido en los últimos años se han intensificado, pues aumenta la violencia y criminalidad, hay mayor desempleo y miseria y se padece enorme injusticia porque se da impunidad a la delincuencia.

       En el panorama internacional, México ha quedado muy mal parado al acceder a las necedades del rijoso y represivo gobierno yanqui, el que lo obligó a respaldar su política anti inmigrante, por lo que ahora en todo el territorio nacional, se detiene, deporta e incomunica a muchos extranjeros que tratan de cruzarlo para llegar a la frontera con los Estados Unidos, donde el Presidente Donald Trump no quiere la presencia de latinoamericanos.

       Obviamente hay desencanto en muchos sectores de nuestra población, sobre todo en los trabajadores y agricultores, pues no se avanza en sacarlos de sus precarias condiciones de vida, pues cada día es más difícil sobrevivir con los salarios que se les paga, además que hay mucho desempleo, carestía y en el campo, la crisis no termina, pues los precios de las cosechas apenas si curen los gastos de producción, dejando mínima ganancia o pérdidas, a los campesinos.

       El desorden en las finanzas públicas, es aprovechado, como siempre sucede, por los voraces empresarios nacionales y extranjeros, los que siguen estando tras el poder adueñándose de toda la riqueza que producimos los mexicanos porque este sistema de gobierno los favorece totalmente, aun cuando haya enorme violencia y mucha delincuencia, pues los ricos a todo le sacan provecho, no así la gente humilde que ve con desaliento que no bastan las buenas intenciones del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien para lograr un verdadero cambio debe comenzar por impulsar ideales socialistas y comunistas, devolviendo con ello el poder al pueblo.

       El aliado de un gobierno popular y bien intencionado como el de López Obrador, debe ser la gente humilde, obreros intelectuales, trabajadores asalariados, campesinos, ganaderos, pescadores y personas que a diario luchan por sacar adelante a su familia, ciudadanos honestos, que si los hay, debiendo desechar todas la podredumbre de la clase política que se arrastró para integrarlos a este gobierno que pretende ser diferente y devolver la dignidad a la Nación.

       Ya se vio, por ejemplo, que no da resultados pacificar el país hablando con los líderes de los grupos delincuenciales, por lo que es menester utilizar el poder del estado para doblegarlos, y de igual manera se debe proceder en contra de los poderosos empresarios que no están colaborando para sacar el país de la miseria e impidiendo que se de una justa repartición de la riqueza para que ya no haya ricos muy ricos y pobres muy pobres, lo que solamente se logrará sacando a la clase privilegiada del gobierno.

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