Ya hay mucha inquietud en el ámbito político de Nayarit, pues será en menos de dos años cuando se lleven a cabo las votaciones para elegir gobernador del estado, diputados federales y locales, alcaldes, síndico y regidores, pues se van a renovar los 20 ayuntamientos que existen en nuestra entidad.
Con el gobierno de 4 años que concluye en el mes de septiembre del 2021, el proceso electoral nayaritas se empata con el proceso federal, en el que habrán de elegirse autoridades en otras tantas entidades del país, y obviamente, se renovará la Cámara de Diputados Federales, teniendo ahora el panorama político nacional un cambio sustancial, ya que el principal actor de este proceso no es ya el PRI y menos el PAN, pues se quiera reconocer o no, la fuerza la sigue manteniendo MORENA, quien al igual que el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, tiene una aceptación de la ciudadanía de más del 75%.
Y es que desde que asumió el poder, López Obrador hace política en las reuniones que todos los días hace por las mañanas, y durante o después del proceso electoral, va a realizar un gran evento, el de la revocación de mandato, con el cual también abona muchos votos a su partido, aunque lógicamente dicha revocación sea un evento totalmente diferente.
Los electores mexicanos, en su gran mayoría, están contentos con MORENA y su líder, que obviamente es el Presidente de la República, quien a pesar de su investidura no puede negar su origen, y al que la mayoría de los mexicanos le agradecen el que les haya ampliado en mucho los programas sociales con los que se da apoyo económico a jóvenes, niños, estudiantes, adultos mayores y a todas las familias que viven en pueblos y estados pobres.
Por esta razón, en la actualidad MORENA es lo que por muchas décadas fue el PRI, el que daba respaldo total a obreros, campesinos y muchas organizaciones, las que lógicamente tenían compromisos con el partido tricolor, el que ejerció un monopolio político por más de 70 años.
El PRI cavó su tumba al dejar de apoyar a las organizaciones campesinas y obreras, a las que solía darles dinero a través de organizaciones como el Banco Ejidal, protegiéndolos de los voraces empresarios y grandes comerciantes que tenían que adquirir sus cosechas por encima de los precios oficiales que fijaba la Conasupo, mientras que nadie osaba oponerse a las decisiones que tomaban líderes de los trabajadores de la CTM y menos había quienes confrontaban a los entonces poderosos sindicatos de los ferrocarrileros, electricistas, maestros, etc.
El neoliberalismo se alió al gran capital, hubo alianzas entre PRI, PAN y la tibia izquierda que representaba el PRD, amasiato que no duró mucho, ya que en unos cuantos años provocó la descomposición de la sociedad y el país entero entró en severa crisis agudizada por la enorme corrupción que imperaba de manera descarad en todo el gobierno Mexicano.
En este maremágnum, Andrés Manuel López Obrador y MORENA fueron la tabla de salvación que vieron la mayoría de las familias en nuestro país, las que dieron el poder absoluto a este nuevo partido, el que no necesitó ni siquiera mostrar una ideología para que fuera respaldado por la ciudadanía en las elecciones del 1 de julio del 2018.
La bandera del hartazgo ciudadano había triunfado con la promesa de combatir la corrupción del gobierno y acabar con la era de los partidos que en alianza, buscaban la alternativa del poder entre un grupúsculo de políticos rateros y sinvergüenzas que lograron por dos décadas engañar a las mayorías, a las que les hicieron creer que la democracia era poner un presidente la República al que solo cambiaban el color del partido que lo postulaba pero que resultaba igual de bandido, sinvergüenza, asesino y corrupto que los anteriores Jefes de la Nación y todo su gabinete.
Ahora comienza la era de MORENA, partido que aunque es un hueso duro de roer, debe aprender de los errores de sus antecesores, los cuales le apostaron a la imposición de políticos repudiados como candidatos, a los cuales hicieron llegar al poder y con ello se ganaron también el repudio popular y su propia extinción.