Hoy estamos de luto en esta empresa periodística, esto por la muerte de nuestro amigo Enrique Solís Guerra, a quien conocimos toda la vida, ya que se desempeñó como voceador y reportero de esta casa editora por muchas décadas, llegándole la jubilación cuando su hijo Benito Solís Ortega, Magistrado del poder Judicial en Nayarit, se lo llevó a vivir a su lado a la ciudad de Tepic.
A Enrique lo describimos como hombre tranquilo, muy sencillo, con gran amor hacía todos los niños, lo que demostraba también a los animales, pues siempre tuvo a su lado animales domésticos en su casa. Siempre vimos como parte de la familia, a Don Enrique y a su hijo Benito Luciano, con quien nos une gran amistad, por lo que sentimos el fallecimiento de esta persona y acudimos a despedirlo a la ciudad de Tepic, estando en su velorio y posteriormente en su sepelio, el que se llevó a cabo en “Jardines de San Juan”, allá mismo, en la capital del estado.
Lógicamente nos consta la trayectoria de este personaje en el periodismo regional, en el que estuvo presente haciendo entrega de artículos y acontecimientos de nuestro entorno, yendo más allá al vocear en los pueblos para vender este periódico. Como Don Quijote, Enrique Solís anduvo en la campiña nayarita llevando a cabo muchas hazañas, yendo al rescate de los pobres y oprimidos, buscando rescatar doncellas y acabar con los malvados, atacando de paso todo tipo de seres fantásticos y enormes, pero jamás cejó en su intento.
Lo vimos escribir una y otra vez, pergeñar muchas cuartillas a mano, enviar amparos judiciales a la Suprema Corte o sabe donde, pero la realidad es que ganó muchos de esos casos. Hoy vimos a este hombre en su ataúd, listo para llevar a cabo el viaje sin retorno al que todos nos enfrentaremos un día con otro, sintiendo que dentro de la modestia que siempre mostró, fue uno de los grandes aunque jamás recibiera reconocimiento alguno. El comentario de este día, lo quise hacer en memoria de nuestro amigo de la infancia, licenciado Benito Solís, para decirle que a muchos nos duele la partida de este mundo de su papá, pero que a diferencia de quienes jamás le reconocieron su entrega a este quehacer periodístico, a nosotros, la familia Flores Nungaray, nos consta la aportación grande que hizo a esta actividad intelectual.