En esta última década, se han dado cambios radicales en México, sobre todo en lo político y lo social, lo primero fue gracias a la gran participación ciudadana, los que cansados de tanto ladrón decidieron dar todo el apoyo al actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, acabando de paso con los mafiosos acuerdos de las dirigencias de los partidos conocidos como tradicionales, y en lo segundo, la sociedad se trasforma rápidamente por la aportación que hacen las redes sociales y las herramientas electrónicas, sobre todo el internet.
Hay que aclarar que la clase política que estaba acostumbrada a cometer cotidianamente infinidad de robos y corrupciones apoyada por el control de los cargos de elección popular, sobre todo la presidencia de la República, el Senado y la Cámara de Diputados federales, está luchando con todas sus fuerzas por recobrar estas posiciones, las que hará suyas otra vez si el voto popular no se lo impide en las próximas elecciones del 6 de junio del presente año, mientras que la trasformación de la sociedad que han ocasionado las redes sociales, no las detiene nadie.
Debido a que ahora tenemos muchos distractores, la mayoría de los seres humanos hemos perdido de vista la constante lucha de clases que se da en todas las sociedades y que en el caso de nuestro país, siempre ha estada dominada por las familia adineradas, las que ponen y quitan gobiernos, hacen política y compran candidaturas y mantienen el poder económico concentrado en unas cuantas manos.
Esta lucha está presente en el cambio social en el que estamos inmersos los mexicanos en la actualidad, siendo la ilusión de la gran mayoría el que cambien las cosas a favor de los que menos tienen.
Los ricos han pegado el grito en el cielo protestando porque ahora el gobierno federal decidió dar apoyos a los jóvenes que no estudian ni tienen empleo, a discapacitados, adultos mayores, estudiantes, a madres solteras y personas marginadas, criticando de paso el que se ataque y combata la corrupción despareciendo muchos programas que en el pasado sirvieron solo para crear empleo bien pagado a los hijos y recomendados de los ricos, además de que siempre sirvieron para llevar a cabo muchos actos delictivos.
Se dieron, por ello, muchas estafas, entre ellas la madre de todas, por lo que se investigó a detuvo a Rosario Robles, ex titular de la SEDESOL, y las empresas federales sirvieron para disponer, despilfarrar y sacar enormes recursos, miles de millones, los que se utilizaron para imponer a personajes oscuros que siguieron saqueando los bienes de la Nación, por lo que ahora se encuentra tras las rejas Emilio Lozoya, quien estaba al frente de Petróleos Mexicanos.
Tanta corrupción, latrocinio y crímenes, mantuvieron al país en un estado de ingobernabilidad, sobre todo en estos últimos 10 años, en los que se elevó de manera escandalosas los ajustes de cuentas, desapariciones, secuestros y enfrentamiento entre criminales en todo el territorio nacional, llegándose a comprobar en todos los casos, que detrás de tanta maldad, ambición y robo, estaban figuras públicas, políticos o sus esbirros que ahora están enfrentando a la ley dentro y fuera de nuestro país.
Aún así, los grupos que mantuvieron el gobierno en México por muchas décadas, no quieren dejarlo y aunque de momento son minoría, desde el mismo momento en que fueron repudiados por la mayoría de los ciudadanos mexicanos iniciaron una lucha feroz por recuperar el poder y controlar otra vez el país a su antojo, lo que hará posible solo si la mayoría vuelve a confiar en ellos o les dan el voto a cambio de algunos pesos.
Y es que los cambios ya se dieron en el país, ahora falta afianzarlos, buscando para ello los relevos en los cargos de elección popular con personajes que tengan el mismo ideal de trasformar al país, de llevarlo a mejor destino y en el cual, jamás se vuelvan a dar casos de abandono y marginación para ningún mexicanos, los que hay que decirlo, vivimos en un país sumamente rico, tanto así que los invasores, bandoleros y asesinos españoles y otras potencias del mundo no se lo pudieron acabar en siglos de permanente robo y saqueo.