La descomposición de la sociedad mexicana es en la actualidad sumamente alarmante y amenaza con colapsar de un momento a otro, como lo podemos comprobar fácilmente con el acontecer diario en nuestro territorio nacional y más concretamente en nuestro estado y municipio.
Los encontronazos políticos son cada vez más violentos y las bandas del crimen organizado mantienen el terror hasta en los más apartados lugares, dándose el lujo ahora de controlar grandes regiones del territorio nacional, interviniendo la delincuencia en todos los ámbitos de nuestra sociedad.
Por esta razón no es un secreto para nadie que en esta campaña electoral tenemos presencia permanente de los grupos delincuenciales, los que se confunden fácilmente con la familia política, ya que son de la misma calaña y no se detienen ante nada con tal de conseguir su objetivo, en este caso, gobernar varios estados de la República, tener representantes en el Congreso de la Unión y mantener el control en el mayor número de municipios posible.
La cuestión es que vimos una vez más que las candidaturas no se dan a la gente común y corriente, que los partidos y las dirigencias de los mismos, aprueben, para que busquen los cargos de representación popular, a individuos sumamente ambiciosos, hombres o mujeres, que no se detengan ante nada con tal de ganar los procesos, y logrado el objetivo, suelen mostrarse tal y como en verdad son, viles caciques y tiranos que someten al pueblo humilde a mayores sufrimientos.
Hasta hace unas cuantas décadas, los partidos políticos exhibían ciertas ideologías para gobernar al pueblo, por lo que se manejaba la posibilidad de lograr un país, estado o municipio que se rigiera con los ideales del socialismo, otros, a través de gobiernos capitalistas y se decía que en medio estaban quienes manifestaban ideales de la Revolución Mexicana, que fue agrarista y por lo mismo, se manifestaban a favor de las familias del campo.
Los gobiernos de la época cometieron un sinfín de crímenes, robos y enorme saqueos, llevando a nuestro pueblo a una situación crítica y en medio de todo este desorden, al nefasto ex presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa se le ocurrió declarar la guerra al narcotráfico, lo que nos tiene todavía conmocionados a todos los mexicanos, ya que hizo que brotaran criminales por todas partes, pues se debe entender que muchos muertos y desaparecidos son obra de los mismos malos gobiernos que hemos padecido en México.
Ahora la clase proletaria, los pobres del campo y la ciudad estamos próximos a elegir gobiernos locales y estatales, y aunque no vemos a nuestros iguales como candidatos, se nos dice que tenemos la obligación de acudir a las urnas a emitir nuestro voto, aunque no tengamos empatía con ningún aspirante.
Y es que desde un principio, sobre todo en el presente proceso político electoral, quienes resultaron beneficiados con los registros llevaron a cabo todo tipo de maniobras ilícitas y de plano a quienes reclamaron su derecho a participar, les dieron con las puertas en las narices en sus respectivos partidos.
Por esta razón, el panorama político hoy es más tétrico que en el pasado, pues no se dejó oportunidad de participar o ganar, a personas honestas y bien intencionadas, por lo que vamos a sufrir más desprecios, explotación y miseria con quien gane, pues estamos ante la disyuntiva de solamente cambiar a un tirano por otro.
Y es que ya nadie tiene ideales, solo van por el cargo que representa dinero y poder, mostrando desprecio por los valores de nuestra gente y nuestra raza, teniendo incluso en la mira la mayoría de los candidatos con posibilidades de triunfo, a quienes consideran sus enemigos para cobrar venganza de supuestos agravios de que son objeto en las campañas electorales.
Las esperanza del pueblo mexicano, de los humildes, cuando menos, está cifrada en el actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, el que sin embargo, y pese a su honestidad, no pudo con la corrupción que impera en el quehacer político y el partido que fundara, MORENA, se llenó de gente traidora, ambiciosa y cobarde que se escuda en su imagen, por lo que está lejos aún el ansiado cambio que pretende llevar a cabo el Jefe de la Nación.