Dicen que la democracia emana del pueblo, el que expresa su voluntad y ésta debe ser respetada, por lo que las jornadas electorales son expresiones democráticas por excelencia, y en México, Nayarit y nuestros municipios, estamos a punto de vivir una histórica jornada para elegir a nuestros representantes.
Y si bien, estos eventos cívicos populares son un ejemplo de democracia y libertad, no así lo que suelen hacer los partidos y los personajes que viven de la actividad política, los que suelen venderse, como vulgares prostitutas, al mejor postor.
Por culpa de la enorme corrupción que campea en todas las actividades de la sociedad mexicana, la actividad política está totalmente contaminada, lo que es una amenaza latente para la libertad de la mayoría de los mexicanos que vemos, impotentes porque nada podemos hacer, cómo se llevan a cabo imposiciones de candidatos en todos los partidos registrados, habiendo también alianzas facciosas que van en pos de las plazas que todos los delincuentes han creado a lo largo y ancho del país y sin que el gobierno, que tiene complicidad y cercanía con los pillos, defienda a los ciudadanos honestos.
De esta manera, la democracia burguesa siempre suele salirse con la suya, imponiendo como gobernantes de los municipios, estados y el país mismo, a sus incondicionales, por lo que a lo más que podemos aspirar lo pobres y explotados mexicanos, es a tener a los menos malos como tiranos.
En los gobiernos capitalistas todo se vende y se compra, de ahí que se hayan ofertado los cargos de elección popular y los mejores partidos fueron acaparados por la gente con grandes intereses económicos, en el caso de nuestra entidad, por el grupo empresarial “Álica”, los ex gobernadores y organizaciones del crimen organizado, los que tienen al frente de las alianzas y los partidos con posibilidades de triunfo, a sus incondicionales, hombres y mujeres que saben deben obedecer a sus amos si llegan a los cargos de elección popular.
A la gente pobre, a los ciudadanos que votan, solo les llegan las migajas y esto mientras estas gentes andan en campaña, en las que suelen ser, los candidatos, blancas palomitas de dulce corazón que se conmueven casi hasta las lágrimas, por el sufrimiento del pueblo humilde.
Sin embargo, todo cambia una vez que se lleva a cabo el proceso electoral y se dan a conocer los resultados, pues en esa fase se olvidan de la gente y se convierten los Consejos Electorales de los municipios y los estados, en verdaderos campos de batalla, en los que cada facción partidista defiende sus muchos intereses y en el caso de ser necesarios, se utiliza a gente proletaria, para enfrentarla con esta autoridad, que dicho sea de paso, es un instrumento más de la burguesía para mantener el control de los millones de ingenuos que habitamos este país.
Obviamente se tendrán muchos problemas post electorales en los que intervendrá la Procuraduría en materia política, pero ya nadie puede consolar al pueblo que solo es espectador de la lucha por el poder en nuestro país, ya que lo que se defiende en esas instancias, son los intereses de los grupos que luchan por el control de los pueblos que por tres y seis años, estarán sometidos a la voluntad de unos cuantos individuos, la mayoría corruptos y sin el más mínimo sentimiento de amor por la gente pobre.
De esta manera, queda sellado el destino de millones de mexicanos que vamos a seguir padeciendo un sinfín de problemas para subsistir, con hambre y sed de justicia, principalmente por la desigualdad en que vivimos, pues existe una enorme brecha entre los ricos y los pobres.
Por esta razón, para que el pueblo humilde gane los procesos electorales y lleguen al poder los ciudadanos más honestos y capacitados, es necesario llevar a cabo el ansiado cambio de sistema gobernantes; uno más sensible a los requerimientos de la mayoría y en el cual, no se de la explotación desmedida de los seres humanos, que haya igualdad y condiciones para que todos los mexicanos tengamos lo necesario para llevar a cabo una vida feliz y libre de los temores que nos causa el no tener empleo ni salario justo, en el que ya no veamos morir de manera violenta a nuestros hijos, hermanos y padres y que la riqueza sea compartida con todos y no acaparada por una casta privilegiada, ambiciosa y voraz.