Dicen que mal comienza la semana el que ahorcan en lunes, y algo por el estilo les acaba de suceder a humildes empleados municipales en Nayarit, los que llegaron a laborar este lunes 20 de septiembre en la dirección en la que estuvieron laborando por largos cuatro años, ya que la anterior administración que entregó a su relevo el gobierno local, no los despidió y menos les entregó la parte proporcional del aguinaldo que les corresponde por ley, menos se les dio una mínima compensación para que puedan sobrevivir por unos cuantos días, esto mientras encuentran un nuevo empleo, el cual escasea en la región provinciana de nuestro estado.
Lo más lamentable es que se trata de personas sumamente pobres, las cuales estuvieron recibiendo por varios años una miseria cada quincena, por eso tenían la esperanza que al ser despedidos por sus empleadores, en este caso el presidente municipal saliente, les diera las gracias y lo que les corresponde por ley, no más, esto porque saben que sus pichurrientes trabajos los comprometen los regidores, alcalde, la síndico y familiares de los nuevos funcionarios a otras gentes igual o más desesperadas que las que despiden.
Obviamente, había mucha tristeza en los rostros de estas personas que ahora se preguntan cómo van a llegar a sus humildes casas, qué les van a decir a su mujer, a sus hijos, pues en esta crisis económica en la que estamos inmersos todos los mexicanos, el no tener trabajo es una verdadera catástrofe.
En Tuxpan, quienes editamos este medio de comunicación fuimos abordados por una decena de ex empleados municipales, los que nos dijeron que como nadie se tomó la molestia de hacerles saber que ya no se presentaran, llegaron a la hora convenida a sus labores, donde los nuevos directores de las dependencias municipales les dijeron que se retiraran, que ya no era necesaria su presencia en estos lugares porque sus puestos ya habían sido ocupados.
A la gran decepción que sintieron estas personas humildes, se suma la desesperación por su futuro, señalando que tenían la esperanza que las cosas hubieran cambiado en política, que ya los nuevos funcionarios fueran un poco más humanos y pensaran como el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien dice que a los primeros que se debe apoyar siempre es a los pobres.
El hambre y la necesidad extrema no tienen colores ni partidos, la gente hace hasta lo imposible por sobrevivir, más en estos tiempos sumamente difíciles, dándose cuenta, en ocasiones muy tarde, que la maldad anida en todas partes, ya que por el simple hecho de un capricho personal, la gente humilde es humillada y se le quita la oportunidad de tener una entrada de dinero segura, la que aunque sea de unos cuantos pesos, resuelve los problemas más agobiantes, como es el de poder comer tres veces al día.
La afrenta que se hace a las familias más pobres de Nayarit con estos despidos sin la más mínima consideración en estos cambios de gobierno, no es a un número reducido de personas, ya que suman, en nuestra entidad, algunos miles, mismo número de hogares que quedan en el total desamparo, siendo más los menores de edad y los jóvenes que ya no pueden seguir subsistiendo, siendo también una cifra alta de estudiantes de todos los niveles educativos, que deben abandonar los salones de clase por falta de dinero.
Y es que una simple acción, pensada o no, trae toda una reacción en cadena, incluso de manera inconsciente se dan las condiciones y los pretextos para que haya quienes se aparten del camino de la ley y entren de lleno a las organizaciones criminales.
Y es que los pobres están expuestos a todas las desgracias de este mundo, debiendo ser los representantes de nuestra sociedad, los que juraron respetar la ley, los que deben proporcionar los medios para salvaguardar a todas las familias de nuestro pueblo, debiendo pensar siempre en las personas más vulnerables, a las que una simple quincena de poco más de 3 mil pesos, les proporcionar la oportunidad de sobrevivir en este despiadado sistema de gobierno, en el cual, la brecha entre ricos y pobres es totalmente abismal, haciendo más difícil la vida, en ocasiones, las gentes en las que más confiamos