Los habitantes del municipio de Tuxpán siempre hemos vivido etapas trágicas, pues desde la invasión de los españoles esta región era considerada tierra de conquista que los pueblos circunvecinos ambicionaban y no pararon hasta lograr su objetivo, relegando a los nativos a sobrevivir a duras penas.
Aun así, el tuxpeño jamás ha perdido su identidad, la que forja en las diarias dificultades a las que está acostumbrado a enfrentar y vencer, habiendo ya muy pocas personas que recuerdan que iniciaron su vida dentro del bosque del palapar, el que les proporcionaba alimentos y recursos, pero que en determinados meses del año, los aislaba completamente de la civilización, debiendo sobrevivir entre pantanos, esteros y cañadas que existen en este lugar.
Quienes contamos con muchas décadas de vida, recordamos a infinidad de familias que vivían de comerciar el coco de aceite, el cual sacaban del palapar, lo daban como alimento a los cerdos y ya seco, lo quebraban y vendían su almendra, la que era industrializada para producir jabón y aceite, y la que también servía para preparar alimentos.
Esta región ha sido impactada, por siempre, por las inundaciones y los huracanes, por lo que los viejos habitantes de Tuxpan tenemos presente el que cada año se tenía que lidiar con los desbordamientos del río, el que en este nuevo milenio, nos ha afectado severamente en varias ocasiones, viendo en la actualidad serias dificultades para recuperarnos, teniendo afectaciones que se siguen agravando con el paso de los días, cuando por lo regular, nuestro pueblo estaba de pie en una o dos semanas.
Hay diversos puntos de vista y opiniones para justificar el que en esta ocasión la autoridad local no ha podido superar esta emergencia, cuando hace tan solo tres años, en una devastación igual o peor, los tuxpeños pudimos limpiar casas y calles, apoyándonos los unos a los otros y salir adelante en poco tiempo, esto bajo el liderazgo del Dr. José Octavio Olague Avena, quien movió a su equipo, conformado por más de un centenar a los trabajadores libres del ayuntamiento y apenas salieron de la emergencia de la inundación cuando se vino una catástrofe peor, la propagación del Covid-19, contingencia sanitaria de la que se hizo responsable la ex regidora, doctora Gema Celina Navarro González, quien a pesar de recibir muchas críticas, hizo un inmejorable trabajo, pudiendo de esa manera el pueblo de Tuxpan salir fortalecido de ambas experiencias amargas.
Hay que recordar que esta últimas emergencias, la inundación del 24 de octubre del 2018 y la de salud, que prácticamente duró dos años, pudieron ser superadas bajo el liderazgo de un gobernante local, el tuxpeño, que jamás contó con el apoyo del gobierno del estado y menos de su diputada, los que veían como su contrario al alcalde, el doctor Olague, quien se supo mover por su cuenta y llegar a las personas y funcionarios que fueron clave para superar esas adversidades.
Hoy nos estamos ahogando en un vaso de agua, pues quienes están cerca del actual presidente municipal, arquitecto José Luis Tovar Ruvalcaba, son incapaces de hacerle ver que no ha ido por el camino correcto y por el contrario, le han seguido el juego a amigos y familiares y eso nos ha perjudicado a todos los habitantes de este municipio.
Y es que en esta ocasión no es el ánimo de la gente o la incapacidad de los tuxpeños lo que ha frenado la superación de esta última devastación, la del 13 de octubre pasado, si no el que no tengamos frente a la crisis los líderes adecuados, los que convoquen y reúnan el equipo que se requiere, como reconoce el mismo presidente ejidal de Tuxpan, Luis Lara López, quien señala que se puede convocar a los ejidos del municipio, pedir a las directivas apoyo de las familias de los ejidatarios para integrar cuadrillas que levanten el lodo de las calles y se retire en vehículos propiedad de los ejidatarios, y eso no ha podido llevar a cabo el gobierno municipal, el que sabe que a cambio debe pagar trabajadores y combustible de los carros que se requieran y al parecer, el pleito es ese, pues se tiene conocimiento que los regidores no reciben compensación, que ese dinero que es de alrededor de 200 mil pesos quincenales, queda al ayuntamiento, el que no hace ni deja hacer nada a favor de la población y eso es lo más trágico de esta inundación.