Ha dejado mucho que desear el combate frontal a la corrupción anunciada desde el inicio del gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, ya que en estos últimos tres años, la corrupción se ha infiltrado más en los gobiernos municipales y estatales de todo el país.
Hay poblaciones en las que sus habitantes prefieren huir al no soportar tanta violencia y despojo cometidos por grupos del crimen organizado, el cual se ha adueñado de vastas regiones del país y Nayarit no es la excepción, pudiendo comprobar fácilmente la gente de los municipios, que muchos de los malos están precisamente dentro de los cargos de elección popular y ejercen el poder político, dejando sin ninguna oportunidad de sobrevivir dignamente a millones de compatriotas.
Obviamente la inmensa mayoría de los mexicanos queremos revertir ya ésta triste realidad, y aunque muchos sicarios han asesinado cobardemente a nuestros compatriotas, nosotros, la gente del pueblo, no los queremos ver muertos, si no tras las rejas y juzgados de manera imparcial por las autoridades.
Anhelamos la paz y la seguridad, que ya no tengamos la incertidumbre de que podemos encontrar muertos a nuestros hijos e hijas que gustan de diverirse en event os masivos, que dejen de darse desapariciones de hombres y mujeres, que no tengamos que recurrir a un delincuente para que se lleve a cabo un ajuste de cuentas por algún agravio que se nos hizo.
Y es que aparte de la enorme corrupción que tenemos en los tres niveles de gobierno que existen en México hay total impunidad, pues vemos como se trata a quienes enfrentan a la justicia con dinero y como están en las penales los que no lo tienen, habiendo toda clase de justificaciones de los ladinos políticos que pasan sobre los derechos de muchos ciudadanos, como la que hizo pública recientemente la Jefa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaun, quien justificó a los responsables del derrumbe de la línea 12 del Metro al decir que las muchas víctimas que hubo en este derrumbe tuvieron arreglos económicos con quienes eran señalados culpables, o sea que con dinero baila el perro.
Otros reflejo claro de la corrupción en nuestros provincianos municipios, es el que vemos que se lleva a cabo de manera permanente en los cabildos, en los que se ponen de acuerdo alcalde, re gidores y síndico para cometer t6oda clase de excesos, imponen como emplea dos municipales a sus familiares más cercano, justificar el robo de las finanzas públicas, crear verdaderas bandas delincuenciales con nexos con los más peligrosos capos y salir de esos cargos con una cuenta millonaria en el banco.
Quien se rebela o denuncia esta práctica, es ejecutado, por lo cual la mayoría de los actuales funcionarios públicos justifican su mal comportamiento, pues señalan que aunque quieran, no pueden rebelarse porque la corrupción viene de lo más alto, que hay arreglos de los delincuentes con representantes de los tres niveles de gobierno.
Y claro que la gente les da la razón, esto es en que no pueden, ellos solos, combatir la corrupción y la delincuencia, pues esto le corresponde erradicarla al gobierno federal en alianza con la gente del pueblo, como y a se hizo en el pasado, cuando en todo el territorio nacional se tenía un grupo de agraristas que eran llamados “Guardias Rurales”, los cuales dependían directamente del Ejército Mexicano, el que los adiestraba y les proporcionaba las armas que necesitaban para defender los log ros de la Revolución Mexicana, principalmente en contra de los hacendados y grupos conservad ores que se vieron afectados por el reparto de la tierra a los jornaleros.
La corrupción y la violencia criminal que padece el pueblo mexicano en la actualidad, debe ser combatido por el pueblo y encabezado por un gobierno emanado del mismo, que haya grupos de ciudadanos organizados y adiestrados por la misma autoridad para defender la integridad de todas las familias mexicanas con el poder de la fuerza de la ley y armas necesarias, pues por más descomposición social que haya en nuestro país, siempre vamos a ser mayoría las gentes de bien que deseamos lo mejor para nuestra nación, a la que debemos defender incluso con nuestra propia vida, pues si no lo hacemos, existe el peligro que volvamos a padecer otra invasión a nuestro territorio nacional.