47 AÑOS DESPUÉS DEL NACIMIENTO DE CORREO DEL PACIFICO.

Como todo nacimiento, la fundación del DIARIO CORREO DEL PACIFICO, fue sumamente festivo, llegando amigos y familiares a conocerlo, algunos llevando ofrendas sencillas pero los más, para desearle larga vida y salud.

Siempre habremos de recordar que el sábado por la mañana, previo a que apareciera al público la primera edición del nuevo periódico, llegaron a los talleres, entonces ubicados por la calle Laureles y Góngora entre Veracruz y Av. México, zona centro de Ruiz, los periodistas, voceadores y reporteros Er5nesto Moreno Sánchez y  Enrique Solís Guerra, ambos originarios del poblado El Venado, de este mismo municipio, los que de inmediato se pusieron a nuestras órdenes y pidieron algunos ejemplares para distribuirlo entre el público.

Estos personajes fallecieron, uno hace poco tiempo y el otro, hará cosa de décadas, pero ambos le apostaron siempre a este medio informativo con el que se identificaban plenamente.

A la distancia, vemos cómo se fueron yendo de este mundo la mayo ría de quienes comenzaron con nosotros, la familia Flores Mejía, la odisea de sacar al público un medio informativo a través del cual nos propusimos crear una ideología diferente a nuestra sociedad, púes románticamente llegamos a creer que nuestro pueblo tomaría conciencia y derrotaría, por medio de la democracia, a los malos gobiernos de México, Nayarit y de nuestros municipios.

El primero en fallecer, fue nuestro padre, Gabriel Flores Flores, “El Gabacho”, quien partió de este mundo en 1980, solo cinco años después de haber iniciado con la publicación de este periódico.

En aquellos años había muchos personajes que colaboraban con el DIARIO CORREO DEL PACIFICO, dejando en nuestras páginas muchos comentarios que aún son recordados, entre éstos el profe sor Gregorio Estrada Pérez, el también maestro Eduardo León Copta Gallardo, quien se firmaba “León Gallardo”, el docto r Pedro López Díaz, nuestros maestros Francisco Cruz Angulo y Alejandro C. Pineda, un intelectual universitario que siempre creyó en este proyecto, en el que ya se forjaba la primera mujer que se desempeñó como reportera, columnista y con gran vocación periodística, como es el caso de  Silvia Monreal Pérez.

Con el paso del tiempo fuimos viendo desaparecer, físicamente, a la mayoría de quienes comenzaron con nosotros el proyecto periodístico que hoy entra a los 48 años de existencia, pues con enorme sorpresa nos llegaban las noticias del fallecimiento de nuestros amigos, incluso de niños voceadores, como fue el caso de Panchito Villa, que t al era su nombre, quien murió atropellado por un auto de sitio de Ruiz cuando entraba a Tuxpan, quedando en la mente de nuestra madre la imagen de un hermanito de este pequeño que fue a  recoger el periódico que vendía su hermanos y al preguntarle por él, rompió en llanto y contestó  que estaba muerto, que su abuela le había dicho que recogiera el periódico, lo llevara a entregar a los clientes de Panchito  y les dijera a estas per zonas que ya no recibirían el periódico de manos de su hermano porque este había fallecido.

Conforme pasaban los años, se iban yendo de este mundo quienes comenzamos los trabajos para elaborar este medio informativo, como nuestro primo hermano Víctor Ramos Mejía, Juanito Pïtagú, linotipista, Héctor Flores Sánchez, integrante del clan Flores Mejía y recientemente, Eduardo Caro “El Huichol”.

Los cambios se daban en las páginas del periódico porque nuestros colaboradores fallecieron, luego los niños que voceaban en las calles este DIARIO crecieron y buscaron nuevos horizontes, aunque había algunos que era n campeones en la distribución, llegando algunos a repartir hasta 300 o más de 200 ejemplares, tanto en  Ruiz como en Tuxpan.

En los primero años o meses, en los inicios, nuestra madre, Ramona Mejía Tapia (qepd), recibió la solicitud por escrito de Alejandro Aréchiga que le enviara ejemplares que él distribuiría entre tuxpenses radicados en Los Ángeles, California, EE. UU., y asombrosamente este compañero y “El Gritón” César Segura Guerrero, son nuestros únicos sobrevivientes de la época de nuestra fundación, y de éstos últimos, solo estamos con vida el que esto escribe y su hermano Antonio Flores Mejía, los que decidimos preparar el relevo con nuestros familiares, pues nos dimos cuenta que Dios perdona, el tiempo no.

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