Con gran alegría y enorme esperanza, los mexicanos recibimos la llegada del año nuevo, 2023, en el que esperamos lograr muchas de nuestras metas, sobre todo las que tienen que ver con la salud y el dinero, el cual está sumamente escaso y con enorme pérdida de su valor adquisitivo.
Porque debemos admitir que se nos vino encima una gran carestía, la que se incrementará con el aumento a los pichurrientos salarios que hay en nuestro país, pues al hacer los comerciantes y los grandes empresarios un reajuste, siempre se llevan la tajada más grande del pastel, creando más problemas para que las familias pobres alcancen con su dinero la que dan en llamar “canasta básica”, por lo que, si no se produce un milagro, la gente de escasos recursos tendrá que apretarse aún más el cinturón.
En las sociedades como la nuestra, en la que rige y manda el capital, el dinero, hay una permanente lucha entre ricos y pobres, clases antagónicas porque los primeros basan su bienestar en la explotación de los que solamente tienen por fortuna su fuerza laboral, a los que suelen exprimir cada vez más, pues es desmedida la ambición de los poderosos.
Por esa razón, anuncios como el del incremento de los salarios, trae consigo el que quienes venden los alimentos y los enseres vitales para todos, eleven los costos de los mismos, a tal grado, que son las familias marginadas las que salen perdiendo y cada vez les es más difícil subsistir en condiciones normales, lo que origina muchos problemas a nuestra sociedad, pues quienes nada tienen, lucha por subsistir, llevando para ello, en muchas ocasiones, acciones desesperadas y violentas.
Por más que el gobierno lleve a cabo acciones que solucionen el problema de la miseria, explotación y marginación de los pobres en nuestro país, los ricos se las ingenian para sacar provecho de esas decisiones, por lo que la brecha entre ricos y pobres es cada día más grande y la situación de las familias que viven en extrema pobreza, es más grave, pues provoca desintegración, violencia y trae consigo problemas de salud y bienestar, lo que se ve venir a corto plazo si antes no hacemos nada por evitarlo.
La primera acción que debemos llevar a cabo quienes integramos la clase marginada y explotada, es tener conciencia de esta situación, entender que todos los pobres somos un solo grupo, que no existe clase media y menos media alta o baja, para así tener como meta en este nuevo año, el lograr escalar cargos de representación en el gobierno y buscar, en el menor tiempo posible, un radical cambio de gobierno, el cual esté encabezado por nosotros, los marginados, pues solo de esa manera se puede lograr que se nos haga justicia a todos los mexicanos.
Y es que México ha sido tierra de conquista desde la invasión de los españoles, en 1492, los que llegaron saqueando y asesinando a todo aquél que se les atravesaba en su camino y después de más de 300 años y otro baño de sangre de muchos connacionales, se logró la independencia de España, pero seguimos siendo presa de las naciones ambiciosas y extranjeros que concentraron la riqueza en unas cuantas manos.
Fue la Revolución Mexicana, la segunda trasformación del país, según la óptica del actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, un movimiento reivindicador que llevó a los pobres a dirigir los destinos de la nación, que dio, de paso, tierra y libertad a quienes no tenían nada, a los jornaleros del campo, lo que se retrocedió por culpa de burgueses intelectuales que juraban que era imposible el autogobierno que demandaban los hermanos Flores Magón.
Por lo que aquí hemos expuesto, el deseo más grande de quienes por casi medio siglo hemos editado este modesto medio de comunicación, es que en este año iniciemos con el proyecto de llevar a cabo la Cuarta Trasformación de México, la cual debe tener como cimiento, el ideal socialista y el arribo al poder de la clase trabajadora, que salgamos por fin de la opresión de los gobiernos capitalistas y que haya una etapa de justicia para la totalidad de los mexicanos, los que debeos estar unidos en el deseo de lograr, después de siglos de explotación y miseria, un país diferente en el que no haya hambre y que la riqueza sea distribuida de manera equitativa entre todos los habitantes de esta patria fuerte y vigorosa que ha resistido los embates de los ambiciosos extranjeros saqueadores y de los connacionales traidores a la Patria.