EL BAZAR

EL BAZAR

Bienvenidos al bazar
estoy abriendo sus puertas,
tengo variadas ofertas
que pueden interesar.Vendo un viejo caminar,
es una ganga su precio,
con el valor del aprecio
que le guardo con cariño,
usado y que de niño
su caminar era recio.
Vendo los años vividos,
las arrugas de una piel,
cartas de la novia fiel,
unos cirios encendidos.
Cabellos encanecidos
con plata de muchos días,
unas viejas lozanías
también están con descuento.
Vendo sin final, un cuento
de aquellos infantes días.
Vendo la vieja canasta
que mi vieja en el mercado,
cargó con brazo cansado
aquí duele la subasta.
También la rosada pasta
del cuadernillo de versos
que en sus páginas dispersos
borrados ya por los años,
hay poemas de cumpleaños
en perdidos universos.
Solo la noche serena
en una bella cascada,
esa la tengo apartada
para la bella sirena.
Les vendo la luna llena
por si la desean comprar,
un arroyo, el platanar,
la montaña, la ribera,
la florida primavera
que me acaba de llegar.
Vendo una enredadera,
unos traicioneros ojos,
unos guantes de box; rojos,
tres gatos, una pecera.
La cama sin cabecera,
un disco de Pedro Infante,
un brazalete brillante,
vendo la noche tranquila,
dos botellas de tequila,
el sofá con un amante.
Vendo mi reloj que roto
se quedó por la mitad,
también remato la edad
y una amarillenta foto.
La castidad de mi voto,
de mi caballo; dos sillas,
un tapete y las mantillas,
seis décadas, la pared
y también le vendo a usted
del tiempo las manecillas.
Hay también en la subasta;
mis sueños y mis desvelos,
mi sombrero, dos pañuelos,
algunas caricias castas.
Del reno vendo las astas,
un quinqué, la bicicleta,
dos cuadros, una maleta,
las copas y el comedor,
un viejo avión sin motor
y mi camino sin meta.
Vendo sones de Jalisco,
guitarras, arpas, violines,
la plaza, los adoquines,
un dulce de malvavisco.
Las flores del obelisco,
un atril, papel pautado,
los amores del pasado,
un radio y un neceser
y también quiero vender
un cielo muy estrellado.
Vendo la fresca mañana,
borracheras con tequila,
una noche muy tranquila,
un balcón y la ventana.
Una sonrisa temprana,
mis labios mudos, silentes,
un fonógrafo, mis lentes,
un almanaque sin hojas.
Un reloj, dos rosas rojas,
un joyero, dos pendientes.
Les vendo también las horas,
del calendario; los días,
vendo dos mil poesías,
dos avecillas canoras,
dos viejas locomotoras,
una estación olvidada,
mi juventud ya pasada
el surco de mis arrugas,
un jardín, unas orugas
y una rosa perfumada.
Vendo mi día, mi noche,
mis desvelos, los olvidos,
también los deseos dormidos,
una lámpara, mi coche.
Unos aretes sin broche,
las viejas noches de ayer,
un límpido amanecer.
Sólo el soplo de la vida
con una ilusión perdida,
no se las puedo vender.
© Bravonel

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