Ahora sabemos, por estudios científicos, que el clima en el mundo se hace más extremo porque los humanos hemos afectado a la naturaleza, pues contaminamos nuestro entorno y acabamos con muchos árboles, selvas, ríos y lagunas.
La reacción del planeta ante tantas agresiones, se manifiesta con fuerzas de la naturaleza desatadas e incontrolables para el ser humano, como son la presencia de huracanes, ausencia de lluvias, sequías, calores intensos, etc.
En nuestra sociedad se han presentado también fenómenos que nos demuestran la severa afectación que le hacemos los ciudadanos, como es el caso de nuestros provincianos pueblos en los cuales, los dueños de las empresas funerarias y los enterradores de los panteones, nos decían que “la temporada” para ellos eran los meses de Enero y Febrero, agregando el sentido popular el dicho de que esos meses era “el desviejadero”, pues por lo regular se registraban, todos los años en esos meses, defunciones de personas mayores.
Incluso algunos científicos locales, los médicos, solían señalar que casi por costumbre las personas de edad que padecían enfermedades crónicas degenerativas y por ello debían llevar dietas rigurosas, rompían esos hábitos en el último mes del año, diciembre, en el que se festeja a la Virgen de Guadalupe, posadas, navidad y año nuevo, pagando las consecuencias trágicamente, pocos días después.
Hasta ahí, entendíamos que era más o menos normal el que se registraran defunciones múltiples en pueblos tan pequeños como Tuxpan, Ruiz, Rosamorada, Acaponeta o Tecuala, por citar algunos de la zona norte del estado de Nayarit, pero hemos visto que en los últimos años, en estos mismos lugares se han tenido continuas defunciones múltiples, ya que en un solo día los vecinos lamentan la muerte de tres, cuatro o hasta cinco de sus conocidos.
Llama también la atención el que los difuntos no sean ahora gente de mayor edad o personas que hayan lidiado por décadas con males que los obligaban a estarse checando la salud continuamente.
Hemos observado también con enorme asombro, cómo ahora vemos con normalidad el que los grupos criminales le quiten la vida a algún joven de nuestra comunidad, que se comente solamente, como en un caso reciente en Tuxpan, que el difunto fue blanco de la furia de un sicario, el cual llegó a su domicilio y lo golpeó dejando moribundo y ni siquiera hubo intervención de la autoridad, menos aún se condenan los hechos públicamente, simplemente se procede a llevar el cadáver de esta desdichada persona, a sepultar.
Nos tocó también asistir, casi por casualidad, al velorio de otro muchacho, no mayor a los 25 años, el cual ejecutaron cerca del bordo de contención sur en la misma ciudad de Tuxpan, el cual era acompañado solamente por su mamá, una cantinera de edad madura y una de sus amigas, esta última mesera de bares en esa localidad, las cuales nos comentaron que la víctima suplicó a sus asesinos le dieran otra oportunidad, pues los vecinos escucharon que les dijo que ya no lo volvería a hacer, pues se mencionaba que su delito había sido el robo de un poco de droga a la que era adicto.
Los asesinatos aquí narrados, siguen impunes, al igual que cientos o quizá miles, pues no hay estadísticas de las muchas muertes violentas que se tienen todos los días en nuestra entidad, y más aún, ignoramos los motivos por los cuales personas en edad productiva fallecen en nuestros pueblos, en los que solemos conocernos todos los vecinos y por lo mismo, lamentamos el sufrimiento por el que pasan nuestros paisanos y amigos.
Podemos asegurar, eso sí, que lo que está aconteciendo en nuestra sociedad es producto del daño que le hemos ocasionado los mismos ciudadanos, pues como en el caso de la contaminación, los efectos del mal provocado se manifiestan con la multiplicación de acontecimientos trágicos, situación que debemos revertir exigiendo que represe la paz a nuestro pueblo y que además cultivemos buenos hábitos para proteger y dar salud a la naturaleza.