Mucho estuve pensando para explicar los motivos que enarbolan los seres humanos para obtener elevados nichos económicos; todavía en el siglo 19, no era muy difícil acumular dinero en cantidades importantes; llega el siglo 20, el Estado capitalista ya tiene demasiados compromisos con sus secuaces, por ello eleva los impuestos pero además, devalúa la moneda para satisfacer sus apetitos ideológicos. Los medios masivos de comunicación, manipulan a la sociedad para controlarla, sin embargo y por alguna causa, el ser humano, siguiendo el ejemplo de los poderosos, se asocia con el propósito de hacer fortuna sin importar las formas.
El capitalismo se apropia de gran parte del trabajo de los demás, siendo esto legal; tiempo después nacen las mafias quienes utilizan métodos coercitivos para acumular dinero y poder. En un principio, el Estado los combate y al paso de la historia, los tolera bajo ciertas reglas, cosa que cambia 360 grados, al penetrar el circulo del poder político, hasta lograr la imposición de abanderados a modo. Regidores, síndicos, diputados locales, federales, senadores, gobernadores, presidentes de la República, magistrados, jueces y ministerios públicos, llegan al gobierno para conseguir riqueza de manera ilícita. El gobierno establecido, a través de la recaudación hacendaria, tiraniza a sus causantes, amenazando con devorar a la sociedad, presionada por la voracidad económica de sus funcionarios. La iniciativa privada que ha luchado por la libertad de hacerse de mulas sin utilizar medios ilegales, hoy subyace impotente mientras unos cuantos plutócratas pelean su derecho de aparecer en la lista de Forbes como los más ricos del mundo. Terrorismo fiscal y un sistema monetario pulverizado, convierten a la sociedad en un ente obligado a delinquir o a proponer por métodos violentos, una sociedad sin explotados ni explotadores. En México, los grupos guerrilleros superaron el terrorismo de Estado impuesto por el dipsómano Felipe Calderón Hinojoza, esperando el momento de lanzar una ofensiva general contra un sistema que no quiere compartir la riqueza con los millones de pobres creados por el capitalismo. Treinta millones de mexicanos votaron por la cuarta transformación propuesta por AMLO, el cual pretende cambiar el país de manera pacífica, encontrando resistencia entre los acaudalados empresarios, mismos que se niegan a invertir, cosa que puede obligar al Presidente, a voltear los ojos hacia el extranjero. Van a invertir los de aquí, pero no mucho, con la esperanza de que México genere las condiciones para que capital y trabajo florezcan de manera extraordinaria, pero siempre y cuando la Secretaría de Hacienda regrese a los esquemas de la década de los setentas: podría no ser imposible si el Estado Mexicano adelgaza el aparato burocrático que amenaza con devorar a la sociedad. Hace cien años, en México se podía trabajar para ganar lícitamente muchísimo dinero; los impuestos aun estaban en ciernes, no se ocupaban las facturas y los recibos inundaban las empresas y las arcas públicas. Pero llegó el momento de apretar tuercas, obligado por los desmedidos reclamos del aparato gubernamental, el cual en estos momentos ha sido frenado un poco aunque resulta necesario que Hacienda abandone su política persecutoria y voraz, con la idea de generar un mercado con libertades fiscales para todos los capitalistas del país. López Obrador està obligado a fortalecer al sector privado nacional para que este absorba los millones de trabajadores que andan sueltos por las calles, pidiendo limosna o robando a quien se deje. Ahora sí que AMLO libere las fuerzas
productivas en la ciudad y en el campo, para alcanzar como lo dijo en campaña, la autosuficiencia alimentaria que nos permita depender cada día menos de los productos extranjeros; es buena la idea, abastecer el mercado nacional y exportar los llamados excedentes. Todos a trabajar para producir incluso en nuestras propias casas, como lo hacen los pueblos del oriente; sembrar arriba de las azoteas tomates, chiles, pepinos, lo que se pueda; criar toda clase de animales para comer, conejos, puercos, gallinas, guajolotes, chivos, borregos. Pero primero hay que darle de comer a la gente, a pobres y ricos; solo se necesita voluntad para compartir un taco de frijoles y un vaso de agua en las plazas, en casas particulares, en domicilios del gobierno. Solo cuesta el primer empujón, con una estufita, una mesita, cuatro sillas, platos, cucharas, aunque sea frijoles que más adelante habrá carne también…PALESTRAZO: Amado Nervo según el maestro Blas Zamudio, siendo embajador del gobierno porfirista en Uruguay, se suma al movimiento revolucionario escribiendo poemas que exaltaban los valores patrios, cosa que le disgustaba sobremanera al dictador oaxaqueño, así que no es cierto que nuestro excelso bardo se la pasaba trepado en la nube rosa, disfrutando de las mieles de la diplomacia.