En México, fue un gran error el votar para que los diputados, gobernadores y alcaldes puedan reelegirse, ya que en tres o seis años, hay políticos que cometen un sinfín de atropellos a la población, y muchos más, se roban descaradamente el dinero público.
Por eso hay que darle la razón al Presidente Andrés Manuel López Obrador, al que en una gira de trabajo por el sur del país, los habitantes le hicieron saber que debía reelegirse en el cargo en el año 2024, a lo que dijo que no, que él era admirador de Francisco I. Madero y que como éste, siempre ha estado de acuerdo con la no reelección de los gobernantes de nuestro país.
Además, la clase política mexicana no requiere ser reelecta en sus cargos, ya que una vez que están al frente del poder, se dan sus mañas para seguir brincando de un puesto relevante a otro, y muchos, se han manifestado cínicamente afirmando que ellos no saben hacer otra cosa, que nada mas se han especializado en ser diputados o alcaldes.
Muchos más, cuando no están como representantes de un cargo de elección popular, suelen contar con representación importante en el gobierno estatal o federal, de donde brincan, como verdaderos chapulines, a los gobiernos de sus estados.
Nuestra clase política se da sus mañas para jamás dejar de vivir fuera del presupuesto, por lo que además no requieren de reelecciones, aunque hubo algunos, como el ex diputado federal Salvador Sánchez, que acuñó la famosa frase de “yo solo se legislar”, o sea que jamás tuvo otro trabajo en su vida, solo fue representante popular que fue a dar a la Cámara de diputados de nuestro estado o de la federación.
Incluso, sin que se dieran relecciones en los cargos, el PRI mantuvo el gobierno federal en México por más de 70 años, y de haberse permitido que los presidentes de la República tuvieran dos o más sexenios, es posible que Carlos Salinas de Gortari hubiera estado en la Presidencia de la República más años que el General Porfirio Díaz, ya que de todo mundo era sabido que ponía, quitaba y hasta se asegura que acababa con la vida de sus rivales.
La mayoría de los mexicanos vemos con buenos ojos el que haya representantes populares de carrera, o sea que hayan surgido como diputados y por su destacada participación dentro del Poder Legislativo, sean electos presidentes municipales o gobernadores, que sigan como diputados federales y luego de Senadores, y siempre que den buenas cuentas a sus electores, que continúen con cargos ascendentes dentro de los gobiernos estatal o federal.
Y es que hemos tenido representantes taimados, a los que si se les da oportunidad, jamás iban a dejar de estar al frente del gobierno en su municipio, estado y en el mismo país, tentación en la que cayeron algunos personajes con gran arraigo de otros países, como Evo Morales, en Bolivia, y el mismo Fidel Castro Ruz en Cuba.
Andrés Manuel López Obrador, el Presidente de México, ha realizado en poco más de un año, un destacado gobierno a favor de la mayoría de nuestros compatriotas, por lo que tiene un elevado índice de aprobación, el más alto de las últimas décadas para un mandatario de nuestra nación, pero ni así debe pensar o intentar ser reelecto en el cargo dentro de cinco años, aunque se debe entender que para que las mayorías mantengan los privilegios de los que ahora gozan, debe ser reemplazado por un personaje que mantenga sus mismos ideales.
Además, en la lucha contra la corrupción dentro de las instituciones de gobierno que ha emprendido López Obrador, se debe desechar con anticipación a los corruptos y ambiciosos políticos, pues en la escena nacional se ven muchos grandes empresarios que buscan llegar a cargos de elección popular para seguir enriqueciéndose, por lo que se han denunciado ya algunos de los llamados super delegados de la federación en los estados.
Se debe dejar en claro también, que los cambios de gobierno son buenos para los ciudadanos, los que de esa manera suelen quitarse de encima a muchos parásitos que por seis o tres años comparten el poder con sus amigos que gobiernan en los estados o los municipios, habiendo la oportunidad, cuando menos, de que haya relevos de bandoleros en nuestros pueblos, con lo que prevalece la esperanza que surja alguno bueno, como “Chucho El Roto”, que robaba a los ricos para ayudar a los pobres.