Este martes 24 de Marzo, nuestro padre y fundador del DIARIO CORREO DEL PACIFICO, estuviera cumpliendo cien años de edad, ya que nació en esta fecha pero en el año 1920.
Cuentan quienes conocieron a “El Chino”, como le decían a nuestro padre en Escuinapa, Sinaloa donde pasó niñez y juventud, ya que nació en el puerto de Mazatlán, que huérfano de padre y madre a muy temprana edad, tenía varias actividades para subsistir, entre éstas, anunciar las películas que se exhibían en el cine local recorriendo las calles del pueblo y con un altavoz rudimentario, hacer llegar el anuncio a sus paisanos.
Adolescente, entró como aprendiz a una carpintería, pero dado que su vocación era la música, hizo una rudimentaria guitarra y con ella aprendió a tocar, por lo que buscó como destino esta profesión a muy temprana edad.
Gabriel Flores jamás fue a la escuela, como dice la canción, aprendió de grande y como era aficionado a la lectura, tuvo acceso y conocimiento cultural, pues llegó a desempeñarse como integrante de bandas de cuerdas, las que tocaban música clásica que aprendía de oído, pero en la época de los años 30 a los 40, formó parte de algunos tríos de guitarra, muy de moda en esos entonces.
Es posible por eso que por esos años haya llegado a la ciudad de Tuxpan para ser parte del trío que integraba un familiar nuestro, Elías Ramos Mejía, a través de quien conoció a la joven Ramona Mejía Tapia, de la que se enamoró y cortejó hasta lograr que aceptara ser su compañera, la que desde 1943 a 1980, año en que falleció, fueron pareja ejemplar que procreó 10 hijos, 8 varones y dos mujeres.
Quien esto escribe fue el cuarto de los hijos del matrimonio de Gabriel Flores y Ramona Mejía, nació en 1948 y jamás escuchó discusión alguna entre sus padres, por lo que ya adulto llegó a preguntarles que si nunca habían tenido diferencias, a lo que dijeron que si, solo que jamás discutieron delante de otras personas, menos de su familia.
Por esta razón, los 10 integrantes del clan Flores Mejía, vimos siempre un entorno lleno de amor y comprensión en el hogar, el que sostuvo cabalmente hasta sus últimos días de vida, “El Gabacho”, quien ya con numerosos hijos buscó otro medio de hacerse llegar dinero suficiente, por lo que tomó un curso, por correo, de electrónica y se hizo “radiotécnico”, como eran conocidas las personas que arreglaban en esa época aparatos electrodomésticos y como le llamara poderosamente la atención el sonido y la música, buscó la amistad del ingeniero Edgardo Magaña, quien se especializaba en arreglar rocolas y el sonido de los cines en varios municipios de la costa, con quien aprendió lo suficiente para que posteriormente él se encargara de reparar bocinas y amplificadores de sonido en esos lugares, salas de cine, a las que todos sus hijos ingresábamos gratis.
En ese entorno donde siempre vimos florecer el amor crecimos todos los descendientes de esta pareja, hasta que en 1980, a la edad de 60 años, Gabriel Flores enfermó de cáncer de pecho, el que lo mató, pues desde su niñez y juventud fue consumidor de cigarrillos y vino, destacándose por tomar alcohol solo para estar alegre, ya que jamás le gustó embriagarse.
Nuestra madre, Ramona Mejía siguió adelante con el negocio de electrónica y para esos entonces, ya era destacado técnico uno de sus hijos, Julio Armando “Yuyo”, y posteriormente se enseñaron a esta actividad Gabriel, el mayor, Salvado y Mario, quienes siguieron con la tradición familiar de la electrónica.
Luego de su fallecimiento, su esposa Ramona, siguió inculcando a sus hijos y nietos, el que perpetuaran la memoria de “El Gabacho”, como ella también le decía y como colofón de ese amor puro y sincero, la muerte de nuestra madre y compañera de Gabriel Flores falleció la tarde del 23 de Marzo y fue sepultada en el panteón municipal de Tuxpan, al lado de su esposo, el 24 de ese mismo mes, precisamente en su cumpleaños 98, por lo que ese fue el regalo de cumpleaños que le regaló el destino, el cual hace cosas que nadie nos imaginamos y juega con los acontecimientos de los seres vivos en el ocaso de su existencia, por lo que estamos ciertos que allá en la dimensión donde ahora están juntos otra vez Gabriel y Ramona, celebran con enorme júbilo este centenario.