En el mero pueblo de los cocos hay personajes que se dedican a hacer bulling de sus semejantes, a los que ponen todo tipo de apodos, como a un vecino que le dicen “El Ampayer de Jon”, pues camina encorvado, lo que le hizo exclamar al burlesco Quevedo, que estaba así de tanto que se besaba el miembro y este le contestó que tal vez fuera verdad, pero que él besa su miembro, no el de los demás como “El Quevedo”.
Y es que hay toda clase de apodos en este pueblo, en el que le dicen a uno de los vecinos “Cara de Llavero de Apache”, o al cabeza de tibirichi, porque la tiene chiquita, habiendo varias “Ratas”, media docena de “Diablos”, gente que fue reconocida como “El Peinado”, porque tenía pocos pelos pero andaba con el pelo bien acomodado, siendo la cosa que los vecinos no se enojan por estos remoquetes que les endilgan, aunque hay muchos que denigran, como al que le dicen “Ojos de Gallina Poniendo Huevo”, o a “El 19”, porque le mocharon un dedo de uno de sus pies.
Su chaparro reportero se dio a la tarea de investigar a estos personajes que gustan poner apodos a los demás, por lo que a la mano encontré al popular Quevedo, el que a las primeras de cambio dijo que ya lo soltáramos, que nos buscáramos a otro pendejo para publicarlo.
Aún así le pedimos que nos explicará cómo está eso de los burlescos que ven la paja en el ojo ajeno y no en el propio, explicándonos que a esos vecinos burlescos la gente también les revira diciéndoles de cosas, agregando que cuando el que recibe un apodo encuentra al apodador, le suele decir “Hijo de tu chingada madre”, lo que no es apodo, pero que para el caso da lo mismo, pues los tuxpeños oyen las mentadas de madre como llamadas a misa, casi nadie les hace caso.