Antes de abandonar sus cargos, los funcionarios que gobiernan nuestro estado y los municipios deberían ser sometidos a un juicio popular, esto para que la gente, los ciudadanos, les digan en su cara si les cumplieron o no las muchas promesas que hicieron cuando anduvieron en campaña.
En esta ocasión, ningún funcionario puede alegar, como pretexto, que no les alcanzó el tiempo, pues tuvieron cuatro largos años para lograr todas las metas que se propusieron, y nuestro estado, ha sido uno de los más beneficiados por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Vimos, por eso, que el Presidente Obrador estuvo constantemente en nuestra entidad, apoyó al gobierno del estado y a los 20 municipios a los que les hizo llegar mucho recurso federal para que se llevaran a cabo infinidad de obras, se tomó la decisión de desaparecer el penal de las islas Marías y crear ahí un centro de estudios de la biósfera, creando de paso una franja costera que es ambicionada por los empresarios hoteleros trasnacionales y obviamente, de los locales.
Un reclamo generalizado a quienes nos gobiernan, lo hacen desde el inicio de estas administraciones públicas los campesinos, sector de nuestra población que ha estado en el total abandono en esta administración en la que solo se les procuró para explotarlos, quitarles al más bajo precio posible las cosechas y debilitar las organizaciones que les daba un poco de protección, por lo que hubo intervención para el control, por parte de la institución gubernamental, de los ejidos, asociaciones ganaderas y cooperativas de pescadores.
Quienes aún nos gobiernan en Nayarit nos prometieron libertad y nos tienen sometidos, dijeron que iban a acabar con la pobreza y la mayoría estamos sumidos ahora en la peor de las miserias, se nos dijo que ya no tendríamos violencia y siguen los enfrentamientos y ajustes de cuenta entre bandas del crimen organizado, que tendríamos salud y atención médica y en solo cuatro años se acabaron los hospitales y en las clínicas no hay ni personal médico ni medicamento.
Es innegable, por esto, que cuatro años después las familias nayaritas estamos peor, que ahora padecemos una espiral inflacionaria que acabó con el poder adquisitivo del salario, que hay mayor desempleo, que se acabaron negocios y empresas de gente de escasos recursos, que no hay dinero circulando en nuestra entidad y tenemos, la gran mayoría de las familias nayaritas, mucha desesperación y frustración porque quienes nos gobiernan nos han mentido vilmente y todo indica que van a dejar el cargo burlándose de nosotros.
Ahora hay un poco de esperanza con los gobiernos que van a entrar, con los relevos de quienes ya nos engañaron y no cumplieron la mayoría de sus promesas, por no decir todas, pero como la esperanza es lo último que muere, estamos con gran ánimo porque creemos que ahora si nos tendrán que cumplir las promesas que nos hicieron en la pasada campaña política, en la que nos dibujaron un Nayarit feliz, sin problemas, con recursos suficientes entre la población, con salud, bienestar, eficiencia en los centros educativos, con la superación de todos los graves problemas que padecemos y se nos recalcó que se atendería a las familias del campo, a las que incluso se les iban a proporcionar, por parte del gobierno, las herramientas necesarias para que siembren la tierra, atiendan el ganado e incrementen su actividad en la pesca.
Lógico, no esperamos los nayaritas que en unos cuantos días que le restan a esta pésima administración, el gobierno del estado realice la tarea que fue incapaz de llevar a cabo en cuatro largos años, menos aún que los ayuntamientos resurjan repentinamente de entre las cenizas y logren bajar el mucho dinero que requieren para superar la adversidad que viven las familias de estas localidades.
Por esta realidad, lo más sensato es, al final de este cuatrienio, sentar en el banquillo de los acusados a los funcionarios que no cumplieron sus promesas, exhibirlos por mentiroso, fincarles responsabilidad jurídica en caso de que se les compruebe dolo y corrupción y desde el primer día del próximo gobierno estar señalando que nos tienen que cumplir, que ya no podemos estar como antes, pues en esta ocasión es mucha la desesperación y el enojo de nuestra sociedad, a tal grado, que ya no aguanta otro desengaño.