Ya se hizo costumbre el que cada tres y ahora en cuatro años, los presidentes de Tuxpan se vayan como los mayates, con todo y piola, por lo que dejan a una bola de méndigos desesperados porque se les acaba el trabajo, no les pagan ni les dan lo que les corresponde del aguinaldo.
Por todas esas fallas que se hacen con toda la mala fe del mundo, se debe de llamar al bramadero y ante la autoridad a los inservibles regidores, a la síndico, en este caso, que permite tal atraco a la gente más indefensa y al responsable de la administración, quien con esa omisión perpetra un robo con total alevosía y ventaja, dejando de paso decenas de familias más méndigas que emigrante haitiano en la frontera.
Como dice el presidente Obrador, primero deben ser los pobres, pero en estos casos primero son los sinvergüenzas que por largos años se despacharon con la cuchara grande y al final, arrebatan la lana, como los de Jalisco, que dicen que cuando pierden arrebatan.
Y lo pendejo no se nos quita, hay tienen a la ex regidora del distrito uno, la que solo hizo una buena casa, negocio y jamás ayudó a nadie, y de esa forma se comportaron todos los representantes de esa administración que acabó como el Caballo Blanco, con el hocico todo sangrando.
Pero dicen que la esperanza es lo último que perdemos los mensos, y por eso ora andamos como niños con juguete nuevo en estas administraciones recién estrenadas, en las que vemos que se colaron algunos culeros, pero dicen que ansina es la política, donde se recomienda gente que no sirve para nada y como son pendejos, pos llegan a hacer puras pendejadas.
Eso es cuanto por hoy, su chaparro amigo prepara ya otro comentario costeño con picante.