«El Cordobés bautizó a Bravonel» Joel era un muchacho de unos 13 años y mayor de dos hermanos cuando empezó a trabajar en la panadería «La flor de Mazatlán», la cual pasó a ser propiedad de Matías Salazar y que anteriormente fue de una señora llamada Doña Candelaria López de la Cruz, dicho establecimiento estaba ubicado por la calle Veracruz rumbo al panteón, a dos cuadras de la Laureles y Góngora, allí su trabajo consistía en limpiar y engrasar con manteca vegetal las hojas( hoy se usan charolas)…… y los moldes que posteriormente se utilizaban para hornear el producto, mientras que los panaderos hacían infinidad de panes, el maestro se encargaba de meter al horno aquellas hojas y moldes llenos de un pan color blanco-amarillento que después de algunos minutos salían con ese característico color dorado y un exquisito aroma a azúcar caramelizado, luego él colocaba las hojas de pan caliente en unas jaulas (espigueros) y enseguida ayudaba a azucarar, decorar, cortar y pintar el sabroso y oloroso pan, aquellos rojos ojos de buey, los libros, elotes, encanelados, ahualulcos, conchas, niños envueltos, cuernos, novias, donas, leños, bolillos, virginias, teleras, semitas, etc, y mas etc. Después venía la hora de repartir entregas, Joel montaba la bicicleta y procedía a llevar el pan a la tienda de los Parada, la de los Panta, la tienda de los Maravillas y otra que estaba a dos cuadras antes del panteón, hechos tales encargos, tomaba aire para llevar el último a una tienda que estaba enfrente de la plazuela del poblado de Juan Escutia. Esa era la jornada de Joel de viernes a miércoles y por ello recibía el honroso salario de doce pesos, él era feliz porque ello le permitió por un lado; tener un trabajo seguro y por el otro conocer mucha gente de bien, entre ella, los panaderos que le enseñaron el oficio; los hermanos Cortés (Agilio,y Chuy) Jesús Cáceres, Flavio, Amado, Matías, David, los Acevedo; El Chaco, El Chacuano y El Caimano, y tiempo después; Salomón su inseparable amigo de muchas aventuras), allí conoció también, porque llegaban a platicar: a los Varas, a Chepe y René Vega y muchos más, entre ellos había algunos futbolistas; Joaquín Arellano, Rivelino, Marco Antonio «El Chiry» Comparan, pero un día llegó uno de ellos que Joel no conocía; Rubén García Manzano «El Cordobés» también futbolista del equipo de Ruíz y hermano del recientemente fallecido «Profe Guille» y al momento empezó a platicar y bromear y en eso vió a aquel mucho todo lleno de harina y preguntó: -¿Y tú cómo te llamas?- -¡Joel!-¿Por qué?- respondió con cierta rebeldía el jovenzuelo, Rubén se rio con ganas, hizo unos pasos de flamenco, enseñó su musculatura y dijo: -¡Huy que bravo, desde hoy te llamas Bravonel!- soltó otra carcajada más burlesca, ante el visible enojo de aquel bronco y malhumorado muchacho y se marchó. Han pasado cuatro décadas desde esa vez, y hasta el día de hoy Bravonel y El Cordobés son excelentes amigos. © Bravonel Abril/2020