DEL EDITOR: EL INE NO DEBE DESAPARECER.

Muchos fueron los mexicanos que en días pasados salieron a las calles para defender al Instituto Nacional Electoral, el INE, el que exigen debe ser respetado y no atacado por ningún gobierno o partido, ya que este organismo garantiza que se den elecciones libres en nuestro país.

Y es que muchos ciudadanos ignoran en la actualidad todos los abusos que cometieron políticos, partidos y gobiernos que ejercieron el poder sin haber sido electos por la mayoría de los votantes, o que simple y sencillamente fueron impuestos por la fuerza de las armas como gobernantes en turno.

Incluso ya con la participación del INE, hace algunas décadas, se cometieron escandalosos fraudes electorales, recordando los nayaritas las elecciones de 1975, en las que se disputaban el gobierno del estado el candidato del PRI, Coronel Rogelio  Flores Curiel, y el líder del PPS, Alejandro Gascón Mercado, quien venía de realizar una buena administración como presidente Municipal de Tepic, mientras que Flores Curiel era repudiado porque venía de reprimir un movimiento estudiantil en la Ciudad de México, en la que hubo incontables víctimas mortales.

En ese proceso cívico, el partido que estaba en el poder cometió todo tipo de delitos electorales, y aún con el robo y la compra de votos, reconoció que tuvo pérdida en más del 50% de los municipios, así como el que no obtuvo mayoría de sufragios a favor de su candidato al gobierno del estado, pero aclaró que no permitiría ceder el poder a Alejandro Gascón Mercado, imponiendo como Jefe del Poder Ejecutivo estatal, al Coronel Flores Curiel.

Se debe mencionar  que este fraudulento evento electoral en Nayarit, fue el primero de varios que llevó a cabo el poderoso PRI, hasta que en 1999 fue derrotado en nuestro estado por el panista Antonio Echevarría Domínguez y a nivel nacional, en el año 2000 el panista Vicente Fox Quesada logró triunfar, ya con la intervención del INE, debiéndose mencionar que para muchos mexicanos este fue uno de los peores gobiernos que ha padecido el país.

Casi de inmediato, también con la destacada participación de un INE renovado, llegó a la presidencia de la República el nefasto Felipe Calderón Hinojoza, el que en una descabellada cruda, pues se decía era consumidor compulsivo de alcohol, se decidió a declarar la guerra contra la delincuencia, hecho que todavía repercute con un constante baño de sangre en todo México.

Las cosas no mejoraron en nada para la mayoría de los mexicanos con el regreso del PRI a la presidencia de la República, ya que en el 2012, arriba el poder Enrique Peña Nieto, siendo su administración un total caos, con grandes escándalos que amenazaban con desatar el desorden en  todo el territorio nacional, pues existía enorme inconformidad, lo que obligó al INE a redoblar esfuerzos para que se llevaran a cabo unas elecciones medianamente justas, y  de esa manera, arrasó en las urnas un viejo caudillo y político de carrera que inició en el PRI y que brilló en el PRD, se trataba ni más ni menos que de Andrés Manuel López Obrador, quien ya había participado como candidato presidencial y había sido víctima de las viejas artimañas del antiguo régimen.

Hay que recordar que en todos estos procesos la actuación del INE fue siempre muy discutida como árbitro electoral, e incluso se registraron muchos escándalos que exhibieron a varios de los consejeros de ese organismo que lleva a cabo elecciones en nuestro país, siendo una etapa triste y dolorosa para muchos compatriotas el que el presidente consejero, Lorenzo Córdova, se burlara de un humilde pueblerino que buscaba un cargo de elección popular.

Y si, en varias décadas de funcionamiento, el INE ha dado muestras de que adolece de muchas fallas, que incluso se debe invocar al patriotismo para ejercer cargo dentro del mismo Instituto electoral, por lo que debe ser mejorado en muchos aspectos, pero definitivamente jamás debe ser desaparecido, ya que el camino correcto para que nuestro país se consolide como una nación libre y poderosa, es que sea la sociedad civil la que tome la responsabilidad de realizar procesos electorales totalmente honestos, haciendo así que todas las fuerzas que hay en México acaten la decisión de la mayoría.

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