Cuento publicado en la Antología UN MURMULLO, UN LAMENTO de David Cibrián Santacruz.
«A Chuyón le decíamos el vampiro. Se tomaba dos litros de sangre calientita, cada vez que su padre mataba una vaca. Como si fuera leche recién ordeñada, se empinaba aquella cosa de color rojo-negro, cuando el animal todavía luchaba para escapar del castigo de la muerte. Siempre nos invitaba a que le echáramos un traguito, pero nosotros preferíamos la sangre preparada con cebolla, jitomate y yerbabuena; a esa no le hacíamos el feo; hasta se nos figuraba un plato de frijoles negros recién fritos. Seguir leyendo LAS LOCURAS DE LUCIO: «MATARON A LA JOSCA»…