¡YA VOY, MAMÁ!

Nunca había sentido tu presencia tan cercana, tan tangible, hasta percibí tu aliento, tu perfume y tu sonrisa entre pícara y dulce y con cierta complicidad. Me sentí envuelto en la mágica atmósfera de los infantes años y como en una celestial ensoñación, me pareció escuchar tus cantos de cuna arrullándome.

No pude soñarte, seguramente porque mi mente tuvo la certeza de que velaste mi sueño como cuando niño, que me protegiste como siempre. ¡Madre; pronto volveré otra vez a visitar tu tumba! Pronto estaremos plati-cando de nuevo, como cuando vivías en casa y me esperabas por las noches sólo para ver mi sonrisa.

Y aunque hoy ya no estés y no vivas en la casa y no me esperes, tu vives en mi corazón hasta el dia en que deje de latir. Entonces dos figuras etéreas surcarán las blancas nubes y remontarán por caminos iluminados de constelaciones de estrellas hasta perderse en el infinito, rubricando el mas fer-voroso de los amores.

¡Mamá, espérame, ya voy! 

© Bravonel Oct/2018

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