Armando Velarde Gaviño, fue otro de los compañeros de trabajo de Bravonel, se conocieron desde que llegó a la fábrica, pero fué mucho después que se hicieron amigos, aunque todos lo conocían por su nombre, su apodo se impuso, era de alegre carárter, muy activo siempre fue convocado a algún equipo cuando se hacían torneos de fútbol y la muchachada que más convivía con el le puso el mote de *El guasas» por su forma alocada de ser.
«El guasas» era de los más jóvenes horneros de la planta panificadora, sabía equilibrar muy bien su carácter y muchas veces enfrentó a los jefes y a todo aquel que tratara de cometer con él y su equipo de trabajo lo que él pudiera considerar una injusticia, sin embargo toda discusión la coronaba con una risa sarcástica de triunfo y casi conciliatoria con una serie de palabras repetidas que se convirtió en saludo. «Que ondas pues, que ondas pues, que ondas pues».
Era amigo leal y servicial y de buen talante, hay todavía un arbolito en un salón perteneciente a la sección sindical de la central obrera a la que pertenecían con un gran macetero donde muchas veces se reunieron en grupo para refrescar la garganta con esos tefrescos amargos que se utilizan para acompañar un buen ceviche de camarón, un día que Bravonel cumplió años y se reunieron él, el Guasas y la Mosca (Cande Escobedo), luego de comprar el respectivo ocho pack, el Guasas fue a su camioneta y regresó con una cachucha y se la ofreció a Bravonel y éste sorprendido exclamó:
-¿Y eso?- y Armando respondió:
-Es tu cumpleaños ¿No?-
-Si- respondió Bravonel.
-Y le vas a las Chivas ¿O no?-
-Si-
-Felicidades compa- y fue la mecha que encendió el festejo.
En otra ocasión, allí mismo, el Guasas comentó que iba a comprar un cinturón y Bravonel recordó que guardaba uno «pitiado» muy bien cuidado, recuerdo de cuando junto con otros compañeros había hecho un grupo musical y le dijo:
-Te vas a gastar una feria, yo tengo un cinto pitiado con tres hebillas, te lo vendo en cien pesos- era obvio que el precio era simbólico, el Guasas asintió con una sonrisa y dijo riéndose:
-Ya está – fué así como aquel preciado cinto quedó en manos de su amigo, eran dos hebillas pitiadas; una con un puño semejando un golpe con la leyenda «karate do», la otra con el nombre «XO3Ab» y la otra de un material de resina transparente y con brillos con el nombre de «Joel», el producto de la venta se lo tomaron de cervezas, Bravonel no pararía de contar tantas anécdotas y llenaría todo un libro con tantas hazañas que vivieron juntos él, el Guasas y la Mosca, una vez Bravonel le comentó a Armando que tenía el deseo de traes de su pueblo a su mamá una temporada y solícitamente se ofreció a ayudarlo, viajaron un sábado y en la madrugada del domingo ya estaban de regreso, pero la vida no solo es risas, celebración y satisfacciones, también tiene sus reveses, sus tragos amargos y de un momento a otro nos cambia todo el escenario.
Un día al Guasitas empezó a aquejarle un dolor de estómago, y el doctor le recetaba pastillas naproxen y le daba el dolor y se tomaba una pastilla, pasaron los meses y el dolor era más intenso y un día lo mandó al hospital, le hicieron varios estudios y le diagnosticaron cáncer de páncreas, duele escribirlo, le dieron un año de vida, Bravonel fue dos veces a verlo al hospital y le dolía verlo tratando de ocultar el sufrimiento, el Guasitas que siempre fue delgado, ahora estaba más y demacrado, sin embargo mostraba una gran valentía porque aún con dolor no permitió que lo doblegara, bromeaba y reía, haciendo esfuerzos por no dejar que la enfermedad le quitara la rebeldía, el humor y la sonrisa.
Al año, un día llegó la fatal noticia, el Guasitas había emprendido el vuelo hacia un plano donde ya no iba a haber dolor, donde iba a sonreír y bromear y desde donde nos saluda cuando lo recordamos con su peculiar frase:
-¡Que ondas pues, que ondas pues, que ondas pues!-
Bravonel guarda una foto de un cumpleaños, en donde están él, el Guasitas, Mauricio, la Mosca y Ezequiel Rangel en la última celebración juntos.
Bravonel ya no quiere escribir, quiere recordar los momentos felices, cuando todo marchaba bien y la plática, las bromas y la camaradería coronaba las reuniones de aquellos jóvenes no tan jóvenes.
-Guasitas, hasta donde estés tus amigos te siguen recordando porque demostraste ser un buen amigo-
«Que ondas pues, que ondas pues, que ondas pues»
Hoy estaríamos de fiesta
celebrando un año más,
pero ya no acudirás,
el Señor que vida presta,
en una hermosa floresta
de nubes, de paz y amor
en un plano superior
celebra tu primer año.
En ese nuevo peldaño…
¡Donde no existe dolor!
Nuestras copas juntaremos
brindando por tu memoria,
juntos hicimos historia
y sabes que te queremos.
Todos por tí brindaremos
sintiendo que nos abrazas
y el corazón atenazas,
del cielo estás observando.
¡Felicidades Armando!
¡Se te extraña mi buen «Guasas»!
**Dos décimas para el primer aniversario luctuoso de Armando.
©Bravonel 🇲🇽
29/feb/2024