«Bravonel y El Neptuno»
El casco del Neptuno se sacudió con tal vibración, que semejaba un bramido surgido del fondo del océano, despertando al gigante dormido. Soltó amarras y la proa apuntó hacia el canal de navegación, que lucía como dia de fiesta, en el muelle muchas manos al viento, decían adiós a los marineros, que alegres hacían maniobras sobre la cubierta de las naves, con la esperanza de retornar en un mes o dos, con las bodegas repletas, lo que les permitiría pagar las deudas contraídas en tres meses de «piojillo», como le llaman al tiempo establecido para la veda del camarón de alta mar.