Toda la ribera del rio desde el puente del ferrocarril que también sirve para conectar al poblado del 80 con Ruiz, hasta el bajadero de la bomba de agua donde los carros de mulas de don Rodolfo Salcedo y sus hijos; Chuy, Celso y luego Rodolfo Jr, cargaban arena, piedra y tierra lama, conoció el mentado Bravonel caminando a pie y acompañado siempre de sus amigos del barrio cuando iban a pescar o simplemente a bañarse en sus todavía, limpias y cristalinas aguas, allá por los setentas, el rio, hasta la fecha sigue siendo punto de reunión de muchas familias en temporada de calor, semana santa, el primero de mayo y los días de descanso, que en Ruiz son los jueves, día en que el comercio cierra y los empleados descansan. ¡El rio San Pedro! Si hablara, cuantas cosas contara, cuantas dichas, cuantos pesares quedaron en sus milenarias piedras, en sus playas arenosas, en sus aguas que susurran historias.
El casco del Neptuno se sacudió con tal vibración, que semejaba un bramido surgido del fondo del océano, despertando al gigante dormido. Soltó amarras y la proa apuntó hacia el canal de navegación, que lucía como dia de fiesta, en el muelle muchas manos al viento, decían adiós a los marineros, que alegres hacían maniobras sobre la cubierta de las naves, con la esperanza de retornar en un mes o dos, con las bodegas repletas, lo que les permitiría pagar las deudas contraídas en tres meses de «piojillo», como le llaman al tiempo establecido para la veda del camarón de alta mar.
El río de Ruiz, era por los 70” y puede ser que mucho después, el lugar de reunión de muchas familias que ante la falta de agua entubada tenían la necesidad de ir a lavar al río, era todo un espectáculo ver la playa de piedra, los sauces y los alambrados que circundaban las tierras de labranza llenos de ropa tendida secándose al sol, la llegada al río tenía que ser temprano pues había que ganar el mejor lugar y la mejor piedra que serviría de lavadero. Seguir leyendo LOS OLVIDOS DE BRAVONEL→
Hay frases que se quedan en la memoria de un pueblo por lo ocurrente e ingenioso de sus creadores que les imprimen ese personal sello y hasta acento y ademanes, el pueblo de Bravonel no exenta de tal particularidad, tiene lo suyo y desde que tiene memoria, en el mercado por ejemplo, estaba el chino Marcos que vendía atole de coco tipo flan y que muchos lo conocimos como atole tonto que el oriental ofrecía como; «Tole, tole»
Santos Navarro Hernández, fué un integrante de una tercia de pelafustanes que era conformada por Joaquín El Kiry Martínez y Bravonel, de la misma camada, del mismo barrio, amigos desde la niñez, amigos de trompo y canicas y de incipientes aventurillas de jóvenes, en ocasiones la tercia era convertida en par, porque Santos y Joaquín siempre andaban peleados por «incompatibilidad de caracteres» por decirlo de alguna manera, Joaquín era de carácter fuerte mientras que Santos era alocado, vacilón y dicharachero, un poco presumido, y tenía sus razones; era hijo único de doña Josefa y don Epifanio quienes tenían un puesto de verduras en el mercado, mientras que Joaquín era el más chico de cuatro hermanos de doña Juliana y don Luz y vivian enfrente las dos familias en la esquina que forman las calles de Laureles y Góngora y Querétaro.